Obsesión antiamericana
A cuento de un artículo publicado por Carles Castro en la Vanguardia
La vieja Europa siempre que se ha empeñado en expulsar a Dios de la vida de sus ciudadanos ha terminado produciendo horrores: la revolución francesa, y sus miles de asesinatos por motivos políticos y religi0sos; el fascismo en Italia; el Comunismo en Rusia, exportado al resto del mundoy produciendo más de cien millones de muertos entre asesinados y muertos de hambre; el nacional-socialismo con todos sus horrores en campos de exterminio.
Actualmente esta Europa tampoco se libra de esa lacra -parece no estar vacunada-: no hace tantos años hemos visto una sangría racista en Serbia; en Alemania, Austria, Holanda, Francia, incluso en Italia, partidos de ultraderecha suben como la espuma; los partidos de izquierda, con la aquiescencia de los de derecha, han convertido el laicismo fundamentalista en su bandera política, la más radical rememora epocas pasadas; dictaduras progresistas, como las de Castro, Saddam Hussein o incluso la del régimen Chino son apoyadas y incluso subvencionadas desde Europa.
Aún con todo esto, existen todavía algunos ciudadanos y políticos europeos que desde una posición arrogante, se dedican a dar lecciones de democracia a la sociedad americana: aquella que tuvo el coraje ciudadano y la integridad moral suficiente para mandar a miles de sus jóvenes a luchar contra el régimen nazi liberando a Europa del tirano, esa misma que con su fuerza cívica fue capaz de parar la expansión del comunismo evitando que llegara a la Europa occidental, la misma que decidió poner fin a la carnicería de Yugoslavia, mientras sus vecinos miraban para otro lado.
Vemos sus películas, escuchamos su música, seguimos las noticias en sus cadenas de televisión porque son mejores que las nuestras, nos permiten vivir sin gastar dinero en defensa porque para eso ya están ellos, nos aprovechamos de sus avances médicos, sus Universidades son las mejores del mundo y nos beneficiamos de sus avances culturales, Pero eso sí, algunos creen que tenemos derecho a insultarlos por haber votado de acuerdo con sus convicciones o porque han elegido a un presidente que dicen que no nos gusta.
Lee el artículo que Carles Castro, publicaba ayer en La Vanguardia, y que recoge Pactasuntservanda, y verás que la memez de algunos en esta vieja Europa llega a lo patológico.
Sanchopanza.
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