La dictadura del pensamiento único.
Leo hoy en El País ( a través de periodistadigital) de mi "querido" Eduardo Haro-Tecglen:
«Togas, uniformes, sotanas de varios y deslumbrantes colores, chaqués y modelos de suaves telas sobre aún más dulces carnes que a veces se muestran vivas entre aberturas, palomas convertidas en dioses del espíritu, espacios de mármol sobre viviendas de tierra. No creer: llaman creyentes a los que creen en un disfraz solemne, sangriento y rastrero de la nada. El mundo comedia es, decía el clásico. Un cuento de miedo, venía a decir Shakespeare.»
Y tras leer esa bazofia, me acuerdo de otra noticia que contaba que un obispo alemán había tenido que pedir perdón por comparar el aborto con el Holocausto nazi y con la matanza de millones de personas por el dictador Josef Stalin (NY Daily News )
Y es que hay cosas que aun siendo verdad -y lo es que el aborto es comparable a los mecionados genocidios-, parece como si estuviera prohibido decirlas; y otras, que aun siendo mentira - y lo es decir que los creyentes somos los que creemos en un disfraz solemne, sangriento y rastrero de la nada-, se repiten hasta la saciedad como si fueran indiscutibles. Es la dictadura de lo políticamente correcto. Ese pensamiento único que protege y aplaude incluso las odas que Haro Tecglen hace bien poco le dedicaba al mentado José Stalin, pero que es tan cínica que no deja libertad a los que no se amoldan a su doctrina.
Carlos Semprum décía recientemente, y no le faltaba razón, que «lo progre es el mejunje ideológico que domina Europa, impone sus censuras y su intolerancia, sin que nadie, y menos que nadie el PPE, se atreva a rechistar».
Existen otros ejemplos de esa dictadura. Verbigracia, lo que contaba ayer ese fantástico blog que es internetpolitica, a cuento de la homosexualidad.
Lee el artículo.
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