Impuesto de sucesiones.
A Joaquín Estefanía no le gusta que Esperanza Aguirre quite el impuesto de sucesiones en la Comunidad de Madrid. Cree que supone cambiar las reglas de juego.
«Esta decisión no es menor: supone un cambio en las reglas del juego, una reforma a la baja de la Constitución de 1978 en materia económica. Por tanto, debería provocar un debate análogo al de la otra reforma constitucional, que tantos ríos de tinta está derramando.
El sistema fiscal español está basado en dos impuestos directos y complementarios: el de la renta de las personas físicas (que grava las vías de acrecentamiento patrimonial como los ingresos corrientes y las ganancias de capital) y el de sucesiones y donaciones (que grava los acrecentamientos por donaciones o por transmisiones mortis causa).
Como hace poco escribía el economista José Sevilla, los impuestos directos descansan en una idea muy clara: todo lo que fluye a un sujeto, todo lo que recibe y puede destinar al consumo o incrementa su patrimonio, debe ser gravado: la suma de todo lo que recibe es el mejor indicador de su capacidad de pago.
Si se amputa uno de los sumandos (el impuesto de sucesiones), esa capacidad de pago será superior para los más ricos.
Exonerar de impuestos a un colectivo, el de los ciudadanos más pudientes, dará aún más regresividad al sistema. La herencia es un vehículo de transmisión de la propiedad, que consolida las desigualdades. Es evidente que los hijos de los más ricos disponen al heredar de una situación de partida alejada de aquellos que carecen de patrimonio.» (continúa)
A mí, sin embargo, sí me parece bien su supresión.
En primer lugar porque las rentas objeto de gravamen (impuesto) son los bienes acumulados por el causante a lo largo de su vida y, por tanto, ya pagaron impuestos. Al gravarlos nuevamente se produce una doble imposición.
En segundo lugar se perjudica al ahorrador. El padre que deja a sus hijos un patrimonio sufre mayor impuesto que el que decide gastarselo en vida.
En tercer lugar, no es cierto que la supresión del impuesto de sucesiones favorezca a los ricos. Favorece a la clase media absolutamente mayoritaria: aquella que a lo largo de su vida consigue comprar un piso que luego transmite a sus hijos. Los ricos de verdad, como es el caso del propietario del periodico en que escribe el señor Estefanía, tienen sus bienes en sociedades domiciliadas en paraisos fiscales que casi siempre escapan a la tributación.
¿Dónde queda eso de que bajar impuestos también es progresista?
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