Un rey mago en apuros.
Iba el otro día con mis hijos y mis sobrinos paseando por Zaragoza, cuando nos encontramos con el rey Melchor en la puerta de unos grandes almacenes.
Fantástico, pensé, es una buena oportunidad para que los niños se acerquen y le cuenten al rey lo que quieren que les traiga la noche de reyes.
Muy alegre y decidido, el primero que se avalanzó sobre el rey Melchor fue mi sobrino Enrique, de cuatro años, que le hizo la siguiente pregunta:
-Ya has recibido la carta que te hice en el Colegio.
-Sí- contestó el rey Melchor
- Pues a ver, ¿qué te he pedido?
Al pobre rey Melchor le cambió la cara
-Bueno..., es que he leído muchas cartas, espera que ahora tengo que dar caramelos a otros niños...
En fin, que tuvo que venir su madre para sacar al rey de sus apuros. Aunque a decir verdad, mi sobrino Enrique no se quedó muy convencido.
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