La eutanasia, el miedo y el sufrimiento.
Me han gustado dos reflexiones sobre este tema.
La primera de José Luis Restán, en libertaddigital, a cuento de las palabras de la ministra Salgado, en las que acusaba a la Iglesia de provocar miedo entre los ancianos y enfermos:
La primera de José Luis Restán, en libertaddigital, a cuento de las palabras de la ministra Salgado, en las que acusaba a la Iglesia de provocar miedo entre los ancianos y enfermos:
«Me ha rechinado especialmente el cinismo de la ministra Salgado, porque casa mal con su elegancia y su porte de gran señora (y aquí no hay sombra de ironía). Sí, señora ministra, es enormemente injusto hacer sufrir de este modo a los ancianos. Bien está que usted reconozca que la eutanasia, caso de legalizarse, causará gran temor y sufrimiento en esa franja de la sociedad, aunque no sólo en ella. En Holanda, ese referente dorado de todos los progresos que nos anuncian, son miles las personas a las que se aplica esta solución final cada año sin que lo hayan reclamado: no es extraño que cunda el temor.
Pero dudo mucho de que la Iglesia sea quien asuste a los ancianos, porque su modesta campaña afirmaba tan solo que “tienes toda una vida para ser vivida”. Sí, toda una vida y toda la vida, porque incluso cuando es terriblemente dolorosa y limitada tiene un significado y una dignidad infinita a los ojos de Dios, pero también a los de cualquiera que sepa mirar la realidad humana lealmente, sin los anteojos de la ideología. Conviene, eso sí, tener cerca una presencia amiga que te recuerde que la vida es preciosa, que no te haga pensar que, debido a sus dolores y fatigas, es chatarra que se puede eliminar impunemente... y, encima, por tu bien. Qué tristeza, doña Elena.» (continúa)
La segunda reflexión, aunque no se refiere directamente a la eutanasia, sí tiene mucho que ver con todo esto, y está en un nuevo blog argentino que se llama finitud (¡ánimo!), que conozco a través de versoconverso (gracias Hernan):
«Cobro por estar con ellos. Me dan su tiempo, su experiencia, su dolor. Yo les entrego regateando un poco de mi "arte", mi conocimiento, mi intuición, mi empatía, mi presencia.
De ellos aprendí, desde ese encuentro, hace ya unos cuantos años, en que vislumbré sus dolores provocados por el abandono y la enfermedad, que se puede ser feliz con la cruz a cuestas y no de otro modo.
De ellos aprendí que una sonrisa vale mucho y que un rato de compañía cambia la vida. Que el presente es lo que tenemos entremanos para resignificar el pasado y cambiar el futuro.
De ellos aprendí que para vivir hay que animarse a sufrir, o sino adviene la muerte.
De ellos aprendí que los débiles son los fuertes y los fuertes son los débiles.
De ellos aprendí a confiar en la Providencia. Que el amor duele y pude entender más por que Dios entregó a su hijo.
Tengo tantas cosas que agradecerles, pero me resulta tan difícil»
1 Comments:
http://dignidadhumana.blogspot.com/2005/01/la-eutanasia-el-miedo-y-el-sufrimiento.html
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