El cacique del pueblo y el alcalde medroso.
Había una vez, en un pequeño pueblecito, un vecino que era muy rico. Pero muy, muy rico. Era poderoso e influyente, y no había nada ni nadie que se interpusiera en su camino cuando quería algo. La mayoría de los vecinos, a pesar del miedo que le tenían, o quizás por ello, lo cortejaban constantemente a la espera de algún favor, y no objetaban nada a sus más variados caprichos.
Pero sucedió un día en que ese vecino, al que apodaban “el del gran poder”, decidió construirse una tremenda casa que dejaba sombría a la mitad del pueblo. La construcción contravenía todas las ordenanzas municipales del pueblo. Pero eso poco importó. Nadie le puso problemas y la casa quedó majestuosa.
-¿Qué hacemos ahora?- Se preguntaron los afectados. -
La mayoría, como siempre, decidió no hacer nada. Pero unos pocos vecinos decidieron ir a ver alcalde, que, por cierto, tampoco se llevaba bien con “el del gran poder”. El alcalde, todo un hombre con bigotes, les recibió, y tras escucharles atentamente, decidió que lo mejor era no hacer nada. Pensó: a mi que no me líen que yo así estoy muy bien.
Pero vinieron las riadas, los pedriscos, los enfrentamientos con el pueblo vecino, y, cosas de la democracia, ese alcalde fue sustituido por otro: mucho más joven y ahijado del rico del pueblo. Pero sobre todo con mucho más talante.
Ya se pueden imaginar como acabó la historia...: Que las cosas siguieron siendo como siempre..
1 Comments:
En mi pueblo hay uno así...
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