Selecciones. 11 de noviembre de 2005.
3.- España, a la cabeza de la Unión Europea en fracaso escolar
De las cifras publicadas ayer por el Ejecutivo europeo llaman la atención sobre todo los datos sobre abandono escolar prematuro por parte de los estudiantes. En España, de acuerdo con el informe de la Comisión Europea, el abandono escolar ha aumentado en los últimos cuatro años hasta convertirse en el tercero más elevado de la Unión Europea, sólo por detrás de dos de los 25 países miembros: Portugal y Malta. Pero con una diferencia: estas dos naciones han mejorado sus índices de abandono, mientras que en nuestro país han empeorado.
2.- No deben asistir el 12-N...
No deben asistir a la manifestación del 12-N, los siguientes padres:
- A los que no les interese elegir el tipo de educación ni el centro al que asistan sus hijos, porque ya están conformes con la enseñanza laicista que propugna el gobierno.
- Aquellos que deseen que sus hijos tengan muchas facilidades y no hayan de esforzarse demasiado para conseguir graduarse. Si les hace gracia que los niños puedan hacer novillos "legalmente", diciendo que es una huelga para tratar asuntos de interés general.
- A los que no les preocupe la calidad de la educación que recibirán sus retoños, ni que el sistema educativo español esté a la cola de los europeos según el informe PISA.
- A quienes no les importe que a través de la asignatura de Ciudadanía, el gobierno adoctrine a sus hijos en la "Nueva moral de Estado" y les imponga su particular visión de la sexualidad.
No se si serán quinientos mil, un millón o millón y medio, seguro que la SER, El País y Cuatro dirán que no hubo más de diez mil personas-. Me da igual. Hay motivo, hay muchos motivos para estar mañana a las cinco de la tarde en la Plaza de Neptuno y decirle a Rodríguez que así no se gobierna, que lo suyo no es talante y diálogo sino sectarismo y monólogo, y que lo mejor que puede hacer es irse. Yo acudiré mañana a la manifestación. Lo haré porque me opongo a una Ley de Educación que actúa en contra de la calidad de la enseñanza, que premia la ley del mínimo esfuerzo, que generaliza la estulticia y promueve diecisiete sistemas educativos distintos, que de manera encubierta atenta contra la libertad de elección de centro, que amenaza a los alumnos con una nueva asignatura que recuerda a la Formación en el Espíritu Nacional, y que no hace sino ahondar en las desigualdades inherentes al determinismo nacionalista y marxista.
Pero no es sólo por eso. A mí Rodríguez y sus socios me recuerdan a esos jacobinos franceses que durante la Revolución evolucionaron desde la burguesía moderada impulsora de los derechos individuales a la expresión más dura del absolutismo totalitario, que no dudó en suspender esos mismos derechos bajo la falacia de pretender su defensa ante los enemigos de la libertad. Es el drama de los iluminados, de quienes creen que tienen en su poder la facultad de cambiar el mundo y no son más que marionetas de sí mismos y de aquellos que controlan a distancia su voluntad, jacobinos revolucionarios en manos de chovinistas de salón y absolutistas sin moral alguna. Hay motivo porque por ese camino esto empieza a semejarse a aquella comuna que nació para defender la voluntad general y acabó anegándola en el desprecio más absoluto a la libertad y la democracia.
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