¿Qué es eso de cantar villancicos en un país laico?
Esto de la secularización en plan laicista de la Navidad tampoco le gusta a Carlos Herrera. Su artículo lo publicó el Semanal y lo reproduce periodistadigital:
«Es costumbre sevillana –y no sólo sevillana– recorrer las noches de los pueblos o del centro de la ciudad acompañados de un búcaro, dos guitarras y alguna pandereta amenizando los días previos a la Navidad. Así lo hacen los hombres y mujeres de la Tambora de Salteras o del Coro de Huévar en esas veladas en las que los adoquines brillan como si un pincel los hubiera pintado con el rocío temprano de diciembre.
Pasean, se paran ante los viejos portones del pueblo y cantan. Esas voces viejas de la tradición son capaces de rescatar alguno de los sabores de la Navidad perdidos en los oscuros desvanes de la memoria. Me gustan, ciertamente. Pero, tal y como están las cosas, ya no sé si debo pedir perdón por ello. Aun así, ya he tomado la decisión: después de haber escuchado cómo algunos idiotas con balcones a la calle, chaflán y patio interior han eliminado de sus costumbres la interpretación de villancicos para así asumir la ola de laicismo decretado que nos invade, cambiaré absolutamente mis principios y me dispondré a cantar hasta el agotamiento.
Si unos cuantos gilipollas quieren cogérsela con aquel papel con el que nuestros mayores liaban el tabaco de petaca, que se la cojan si se la encuentran. En algún colegio bienpensante, algunas familias han reclamado que se elimine el festival de villancicos para ser coherente con la aconfesionalidad de la escuela pública.
Manda cojones. Otros han propuesto eliminar los nacimientos que algunos ayuntamientos instalan en lugares emblemáticos para no molestar a ciudadanos de otras confesiones, musulmanes mayormente. Algún consistorio lo ha hecho: Gijón, por ejemplo. Cuando tanto tonto se pone de acuerdo para sobrepasar el listón de la estulticia que se le supone a la media de los ciudadanos, hay que tomar alguna postura: puede uno reírse de la contumacia con que los necios demuestran que lo son o, directamente, tomar partido por las cosas.» (continúa)
Manda cojones. Otros han propuesto eliminar los nacimientos que algunos ayuntamientos instalan en lugares emblemáticos para no molestar a ciudadanos de otras confesiones, musulmanes mayormente. Algún consistorio lo ha hecho: Gijón, por ejemplo. Cuando tanto tonto se pone de acuerdo para sobrepasar el listón de la estulticia que se le supone a la media de los ciudadanos, hay que tomar alguna postura: puede uno reírse de la contumacia con que los necios demuestran que lo son o, directamente, tomar partido por las cosas.» (continúa)
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